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Argentina: Buenos Aires

Cementerio de La Recoleta: Los Alvear - algo sobre el poder y el amor

En esta bóveda que está cerca de la entrada al cementerio descansan en paz los restos de tres generaciones de la familia de los Alvear. Esta bóveda guarda las historias de Carlos María de Alvear, Torcuato de Alvear y Marcelo T. de Alvear.

Carlos María de Alvear (1789-1852)

Carlos María de Alvear nació en Misiones en 1789 y fue militar y político rioplatense que ejerció el Directorio de la Nación en 1815. Es uno de los personajes más polémicos del siglo XIX argentino. Fue hijo del noble español Diego de Alvear y Ponce de León y de la bella joven porteña María Balbastro.

A fines de 1804, viajaba con sus padres y sus hermanos y hermanas rumbo a España, cuando a la escuadra española que les transportaba se encontraba casi frente a la costa de Cádiz, a pesar de ser las relaciones entre España e Inglaterra pacíficas, se aproximaron sorpresivamente cuatro fragatas inglesas.

El capitán español, confiado, les permitió una aproximación a "tiro de fusil"; encontrándose a tal distancia, para sorpresa e indignación de los españoles, uno de los capitanes ingleses intimó a que el navío español quedara como presa — junto a sus tripulantes — de "Su Majestad Británica". Sin poder creer lo que escuchaban, los españoles decidieron enviar una delegación a fin de parlamentar y aclarar posibles malos entendidos. Como los ingleses vieron que el navío español en lugar de aceptar la intimación parecía dilatar los tiempos del plazo, respondieron con una andanada de "ángeles" (balas de cañón unidas por eslabones) o balas incendiarias (calentadas al rojo vivo). Una de tales balas dio en el polvorín del navío español “Nuestra Señora de las Mercedes” que voló por los aires.

Desde la fragata "La Medea" el joven Alvear, que tenía entonces 16 años, junto con su padre vio como perecían su madre y sus seis hermanos junto a otras 240 personas.

En Londres se les informo que todos habían muerto y padre e hijo recibieron una indemnización de doce mil libras por parte del gobierno Británico que era una fortuna. Dicen que tiempo después de la tragedia, Carlos de Alvear se agregó el nombre “María” en honor a su madre.

Carlos en Londres asistió a un buen colegio y su padre se volvió a casar tres años más tarde. Y Carlos tambien se casó, con María del Carmen Saenz de la Quintanilla con la que tuvieron varios hijos.

Sucedio que el padre de Carlo, don Diego, le negó la herencia materna por lo tanto Carlos tuvo que iniciarle una demanda para finalmente adquirir lo que le correspondía por derecho propio. Con esa fortuna arribo al Rio de la Plata. Pero perdió toda su fortuna en todas las guerras de la Independencia en las que participó durante 14 años.

Su avidez por la gloria, la ambición y el poder lo llevo a alejarse de su familia falleciendo en la miseria en 1852. Jamás conoció a sus nietos. La familia había quedado en la pobreza.

Sus restos fueron repatriados en 1854 en un barco comandado por el almirante Guillermo Brown. Cuando llegó a Buenos Aires, un cortejo de 50 carruajes acompañó los restos hasta la Recoleta.

Torcuato de Alvear (1822-1890)

Fue primer intendente Municipal de Buenos Aires - nació en Montevideo (Uruguay) el 23 de Julio de 1822. No cursó estudios secundarios dedicándose a trabajar en el campo. Su temprano viaje a Europa, sin dudas, dejaría huellas imborrables que en el futuro plasmaría en sus obras públicas.

Casado con Elvira Pacheco, hija del General Ángel Pacheco, tuvieron varios hijos, uno de los cuales (Marcelo) fuera elegido en 1922 Presidente de la República, escribiéndose otra etapa de esta aristocrática familia.

En 1875 fue eligido como miembro de la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires. Y en 1883 asumió su cargo como primer Intendente Municipal de la ciudad de Buenos Aires.

El plan que propone Alvear era delimitar a la ciudad por las avenidas Caseros al sur, Callao-Entre ríos al oeste, Santa Fe al norte y el Río de la Plata al este. Fuera de esa traza se alojarían las industrias, los servicios y quintas de abastecimiento.

Una de sus principales obras era el embellecimiento de la ciudad para convertirla en “la París de Sudamérica”. Para eso varios edificios de comienzoa del siglo XIX fueron demolidos y la ciudad perdio para siempre los atributos arquitectonicos de una ciudad hispana.

Uno de los edificios que fueron demolidos fue la Recova Vieja que dividía en dos la actual Plaza de Mayo y era asiento de negocios comerciales de todo tipo. Torcuato de Alvear la hizo demoler en tan sólo tres días, obligando incluso a los obreros a trabajar por la noche dirigiendo personalmente las obras. Fue así como dejó el camino libre para que el arquitecto Buschiazzo unificara ambas plazas convirtiéndola en una sola como la vemos ahora.

Pero con esto no paró - el proyecto de un boulevard parisino lo obsesionaba, su idea de unir el futuro Poder Legislativo con la Casa de Gobierno a través de una gran avenida no tardó en llevarse a cabo. Miles de pleitos derivados de las expropiaciones sin embargo, no dificultaron su realización que demandó diez años. Alvear, siempre con el apoyo de Buschiazzo, dotó a la ciudad de parques y plazas y las embelleció, siempre con su criterio de ver las cosas, con grutas, cascadas y puentes como las de Constitución, Recoleta o Palermo, por esto sería muy criticado y defenestrado en publicaciones de la época.

Cabe mencionar que Torcuato de Alvear fue un visionario. La Avenida de Mayo causaba admiración en todos los turistas europeos y la transformación de Buenos Aires embelleciendo plazas y reemplazando y creando construcciones fue un impresionante adelanto para la ciudad. Hizo poner numeración a todas las casas.

La avenida Alvear fue en 1885 cuando el intendente Torcuato de Alvear le dio ese nombre en homenaje a su padre, el general Carlos María de Alvear. Originalmente con un recorrido desde la plaza San Martín hasta Palermo, resultó la última calle importante establecida en Recoleta. Así, la avenida conformó un estilo que llevó a muchos extranjeros a decir que se sentían como en un rincón de París.

Por su temperamento fuerte o mejor dicho su mal genio, el Consejo Deliberante pidió en 1884 su cesantía pero fue apadrinado por el Gral. Roca y reelegido al año siguiente ya bajo la presidencia del Dr. Miguel Juárez Celman, renunciando en 1887. Gozando de una gran fortuna viajó a Europa, donde ya enfermo, recibió la noticia de que resultaba designado nuevamente como intendente municipal, ya en el mandato de Carlos Pellegrini. Torcuato regresó para hacerse cargo de su puesto pero su estado empeoró falleciendo el 8 de Diciembre de 1890.

Dos días después de su muerte, el Consejo Deliberante decidió bautizar con su nombre una de las plazas de la ciudad – esa que muchas personas ahora llaman erróneamente “Plaza Francia”.

Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942)

Fue presidente de Argentina entre 1922 y 1928.

Fue el menor de los siete hijos de Don Torcuato de Alvear. Máximo Marcelo Torcuato de Alvear nació el 4 de octubre de 1868, en Buenos Aires. Durante su juventud perteneció a la aristocracia porteña y nunca trató de disimularlo. La juventud que tuvo Alvear fue la típica de un joven de la oligarquía, frecuentaba los distintos circuitos de la noche porteña, los cuales iban desde los respetables teatros del centro de la ciudad de Buenos Aires, a lugares de encuentro de dudosa reputación.

En 1879 ingresa al Colegio Nacional de Buenos Aires, concluye sus estudios en 1885. En febrero de 1886 solicita la matriculación en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires para estudiar abogacía.

El joven Alvear junto a sus compañeros de estudio y amigos integraban un grupo con cierta fama, empeñada en producir alborotos públicos, algunos de esos alborotos terminaron con algunos de los integrantes del grupo en la cárcel. Alvear no tenía muchos amigos de su misma clase económica, pese a que el era un aristócrata y nunca quiso ocultarlo, no le agradaba mucho la gente de su misma clase. Finalmente en 1891 obtiene su diploma, a apenas un año después del fallecimiento de su padre.

En 1895 fallece Doña Elvira Pacheco, su mamá. Esta muerte significó para Marcelo una gran tristeza que provocó en él un sentimiento de profunda soledad. En contraposición a esto, aquel joven de 28 años, se había transformado en uno de los hombres más ricos del país: a la fortuna heredada de su papá, ahora se le sumaba la de su madre.

En la bóveda de la familia Alvear se esconde también la historia de amor entre Marcelo Torcuato y Regina Isabel Luisa Pacini, una cantante lírica portuguesa. El se enamoró de su maravillosa voz y de su frágil belleza, esperando cinco años un "si" a su propuesta de casamiento. Su amor por Regina fue tan grande que a pesar de las opiniones adversas de la sociedad pacata de aquellos tiempos, nada le hizo desistir de casarse con su amada y hacer que se la respetara. El amor de Regina por Marcelo no fue menor, ya que a pesar de los amoríos de su esposo, ella siempre lo perdonó y estuvo a su lado hasta el final de sus días.

Su casamiento con Regina en 1906 provocó un escándalo en Buenos Aires. Maria Unzue de Alvear, cuñada de Marcelo, una de las mujeres mas ricas de la Argentina, jamás quiso recibirla en su casa.

Vivieron juntos durante 36 años, pero no tuvieron hijos. Marcelo, que se desempeñaba como embajador argentino en Francia, fue eligido presidente de la Nacion en 1922 por 6 años.

La historia de su vida estuvo llena de cosas distintas. Durante la presidencia de Agustín Justo, fue encarcelado. Durante el terrible verano del 1933, que Marcelo pasó preso en un barracón de la isla Martín García, agobiado por los mosquitos y bañándose en una única canilla con otros centenares de detenidos políticos, Regina cruzó más de cincuenta veces el río en una barca, a veces desafiando furiosos oleajes, para llevar mudas, comida y aliento a su marido. Justo a Regina tuvieron luego que exiliarse.

Alvear había perdido casi toda su fortuna, en parte por su vida de lujos y placeres, en parte porque la política se la había comido. Al morir, le quedaban Villa Regina, su residencia de Mar del Plata (hipotecada); Villa Elvira (la hizo construir en 1942, la bautizó en recuerdo de su madre y sólo vivió allí quince días), un auto Buick ’41 y un capital de 150.000 pesos, cifra ya consumida por la inflación.

El 23 de marzo de 1942, Marcelo, fulminado por una crisis cardíaca, terminó sus días en el el pueblo de Don Torcuato. Juanto a él, como tantas otras veces, estuvo su esposa. Dicen que sus últimas palabras fueron – “Regina, fuiste el único amor de mi vida”.

Regina sobrevivió largos años a Marcelo. Se refugió en Villa Elvira, la residencia familiar. Murió en 1965, a los 95 años. A pesar de la antigua oposición de los Alvear, un arreglo previo entre la familia preveía que su féretro sería depositado junto al de su marido. Sin embargo, por falta de un carte cercano, el ataúd descansó varios años en el piso, como si el desprecio de su familia política continuara aún dentro del mausoleo.

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