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Argentina: Buenos Aires

Cementerio de La Recoleta: Evita - una mujer.... o un mito?

En una de las calles de la sección 16 se encuentra la bóveda de la familia Duarte. De líneas Art Decó se destaca el tratamiento de las pilastras y el frontón que enmarca la puerta de bronce ricamente adornada con festones, flores y hojas estilizadas.

Aquí reposa María Eva Duarte de Perón, conocida como Evita (1919 – 1952), quién desarrolló una fecunda labor social a favor de los más necesitados durante la primera presidencia de su esposo, el General Juan Domingo Perón. Murió en plena juventud y luego de un largo peregrinar, sus restos fueron depositados en esta bóveda, junto a los suyos, en 1976. En la puerta de acceso siempre hay ofrendas florales y cartas de todos aquellos que la admiraron.

María Eva Duarte de Perón fue hija de Juan Duarte (un estanciero e importante político conservador de la ciudad de Chivilcoy) y Juana Ibarguren (hija de la puestera criolla Petrona Núñez y del carrero Joaquín Ibarguren).

El padre de Eva mantenía dos familias, una legítima en Chivilcoy con su esposa legal Estela Grisolía y otra ilegítima con Juana Ibarguren. Era una costumbre generalizada en el campo, para los hombres de clase alta. Juntos tuvieron cinco hijos, pero Juan Duarte no reconoció a ninguno de ellos.

En aquella época la ley argentina establecía una serie de calificaciones infames para las personas si sus padres no habían contraído matrimonio legal, genéricamente llamados hijos ilegítimos. Ese era el caso de Evita, quien en 1945 logró que se destruyera su partida de nacimiento original para eliminar esa tacha infamante.

Una vez en el gobierno, el peronismo en general y Evita en particular, impulsarían avanzadas leyes antidiscriminatorias para igualar a las mujeres con los varones y a los niños entre sí, sin importar la naturaleza de las relaciones entre sus padres.

Muerto Juan Duarte, la familia de Eva quedó completamente desprotegida y Juana Ibarguren debió trasladarse con sus hijos a Los Toldos, donde comenzó a trabajar como costurera para mantener a sus hijos.

Al año siguiente Eva ingresó a la escuela primaria, la que cursó con dificultades, debiendo repetir el segundo grado en 1929, cuando contaba con 10 años. Ya por entonces gustaba de mostrar su gusto por la declamación dramática. Por su cara aindiada Eva recibiría el sobrenombre de “Chola”, por el que la llamaban entonces casi todos, al igual que "Negrita", que mantendría toda su vida.

En 1930 Juana, su madre, decidió mudar a la familia a la ciudad de Junín. La situación económica de la familia iba mejorando debido al trabajo de los hijos mayores, sobre todo el de Juan.

En Junín afloró la vocación artística de Eva. En la escuela, donde tenía grandes dificultades para seguir los programas escolares, se destacaba abiertamente por la pasión que mostraba por la declamación, la actuación y la participación en cuanto espectáculo se organizase en la escuela. Ya por entonces Eva soñaba con ser actriz y migrar a Buenos Aires.

En 1934, aún sin terminar la escuela primaria, Eva viajó a Buenos Aires pero debió volver al no conseguir trabajo. Terminó entonces la primaria, pasó en familia las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y el 2 de enero de 1935, Evita, con tan solo 15 años, migró definitivamente a Buenos Aires.

A poco de llegar Eva Duarte obtuvo un empleo para actuar en un papel secundario en la compañía teatral de Eva Franco, una de las principales de la época. Durante los siguientes años Eva transitará un camino de escaseces y humillaciones, viviendo en pensiones baratas, y actuando intermitentemente para las compañías de teatro.

Lentamente Eva fue logrando un cierto reconocimiento, participando primero en películas como actriz de segunda línea, también como modelo, apareciendo en la tapa de algunas revistas de espectáculos, pero sobre todo comenzó una carrera exitosa como locutora y actriz de radioteatros. En agosto de 1937 obtuvo su primer papel en un radioteatro. La obra, que se transmitía por Radio Belgrano, se llamaba Oro blanco y estaba ambientada en la vida cotidiana de los trabajadores del algodón en el Chaco.

Entre el radioteatro y las películas Eva finalmente logró una situación económica estable y cómoda. En 1942 pudo abandonar las pensiones y comprarse su propio departamento ubicado en el exclusivo barrio de Recoleta, el mismo donde un par de años después en 1944 comenzaría a vivir con Juan D. Perón.

En esa época la Argentina atravesaba un momento crucial de transformaciones económicas, sociales y políticas. Socialmente, el país estaba viviendo una gran migración interna, del campo a la ciudad, empujada por el desarrollo industrial. Ello llevó a un amplio proceso de urbanización y un notable cambio de la población en las grandes ciudades.

En 1943 un grupo de sindicatos mayoritariamente socialistas y sindicalistas revolucionarios tomó la iniciativa de establecer contactos con oficiales jóvenes que tuvieran simpatía por los reclamos de los trabajadores. Del lado militar, fueron los coroneles Juan Perón y Domingo Mercante quienes encabezaron el grupo militar que resolvió hacer una alianza con los sindicatos para impulsar el programa histórico que el sindicalismo argentino venía proponiendo desde 1890.

El año 1945 fue clave para la historia argentina. La confrontación entre sectores sociales se agudizó y la oposición entre alpargatas y libros se transformó en peronismo y antiperonismo.

El 8 de octubre a la noche se produjo un golpe de Estado dirigido por el general Eduardo ávalos que exigió de inmediato y obtuvo la renuncia de Perón al día siguiente. Durante una semana los grupos antiperonistas tuvieron el control del país pero no se decidieron a tomar el poder. Perón y Eva permanecieron juntos, circulando por diversas casas.

El 13 de octubre Perón fue detenido y confinado en la cañonera Independencia, que zarpó hacia la Isla Martín García. Ese mismo día Perón le escribió una carta a su amigo el Coronel Mercante en la que le menciona a Eva Duarte, llamándola Evita: “Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo”.

Por entonces parecía que Perón había sido definitivamente desplazado de la actividad política y que, en el mejor de los casos, se retiraría con Eva, para vivir en la Patagonia. Sin embargo a partir del día 15 de octubre los sindicatos comenzaron a movilizarse para exigir la libertad de Perón, hasta desencadenar la gran manifestación del 17 de octubre que finalizó con su liberación, provocó la recuperación de las posiciones en el gobierno que tenía la alianza militar-sindical y abrió el camino para la victoria en las elecciones presidenciales.

Como Perón había dicho en sus cartas, pocos días después, el 22 de octubre se casó con Eva en Junín. Dos días después se realizó la ceremonia de matrimonio católico en la iglesia de San Francisco en la ciudad de La Plata.

El monumento en honor de Eva y Juan Perón en la ciudad de La Plata:

Eva comenzó abiertamente su carrera política acompañando a Perón, como su esposa, en la campaña electoral con vistas a las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946.

La participación de Eva en la campaña de Perón fue una novedad en la historia política argentina. En aquel momento las mujeres carecían de derechos políticos y las esposas de los candidatos tenían una presencia pública muy restringida y básicamente apolítica. Eva fue la primera esposa de un candidato presidencial argentino en estar presente durante su campaña electoral y acompañarlo en sus giras.

Esta visión que ella misma tenía de su papel en el peronismo está expresado en un discurso pronunciado años después, el 1 de mayo de 1949: "Prefiero ser Evita, antes de ser la esposa del Presidente, si ese Evita es dicho para calmar algún dolor en algún hogar de mi patria".

24 de febrero de 1946 se realizaron las elecciones triunfando la fórmula Perón-Quijano con un 54% de los votos.

En 1949 Eva Perón buscó incrementar la influencia política de las mujeres fundando el Partido Peronista Femenino (PPF), donde no había distinciones ni jerarquías entre los miembros.

La ubicación de Eva Perón en el gobierno peronista estaba obstaculizada por la prohibición legal que existía para que las mujeres pudieran actuar en política. Perón, Evita y otros dirigentes peronistas pensaron entonces en una gira internacional para 1947, inédita en aquel momento para una mujer, que pudiera ubicarla en el primer plano político.

La gira se extendió durante 64 días, partiendo el 6 de junio y regresando el 23 de agosto de 1947. Durante la misma visitó España (18 días), Italia y el Vaticano (20 días), Portugal (3 días), Francia (12 días), Suiza (6 días), Brasil (3 días) y Uruguay (2 días). Su intención oficial era oficiar de embajadora de buena voluntad y conocer los sistemas de ayuda social instalados en Europa con la obvia intención de impulsarla a su regreso a hacerse cargo de un nuevo sistema de obras sociales.

Eva Perón bautizó la gira con el nombre de Gira del Arco Iris. La denominación se originó en una candorosa afirmación de Evita a poco de llegar a Europa: “Vine para solo como un arco iris entre nuestros dos países.”

Inmediatamente después de regresar de su gira europea Evita organizó una Cruzada de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón orientaba a atender ancianos y mujeres desamparadas, mediante subsidios y hogares temporarios. El 8 de julio de 1948 se creó la Fundación Eva Perón presidida por Evita, que desarrolló una gigantesca tarea social que llegó prácticamente a todos los niños, ancianos, madres solteras, y mujeres que eran único sustento de familia, pertenecientes a los estratos más carenciados de la población.

La preocupación especial de Eva Perón por los ancianos la llevó a redactar y proclamar el 28 de agosto de 1948 el llamado Decálogo de la Ancianidad, una serie de derechos de los ancianos que al año siguiente fueron incorporados a la Constitución en 1949. Los 10 Derechos de la Ancianidad eran: asistencia, vivienda, alimentación, vestido, cuidado de la salud física, cuidado de la salud moral, esparcimiento, trabajo, tranquilidad y respeto. En 1956 la Constitución de 1949 fue derogada por una proclama militar y los derechos de la ancianidad nunca más volvieron a tener jerarquía constitucional.

En las elecciones generales de 1951 fue la primera vez que las mujeres pudieron presentarse como candidatas. Debido a su gran popularidad la presentación de la candidatura de Eva Perón era entonces un hecho inevitable.

Entonces se desató una aguda lucha interna en el peronismo e intensas gestiones de los grupos de poder, en la que los sectores más conservadores presionaron fuertemente para evitarlo. Simultáneamente a este proceso Evita desarrolló un cáncer de útero que acabaría con su vida en menos de un año.

El 22 de agosto de 1951 se produjo el Cabildo Abierto del Justicialismo. La reunión convocó a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en la esquina de Belgrano y 9 de Julio y constituyó un hecho histórico fuera de lo común. En su transcurso los sindicatos le pidieron a Evita que aceptara la candidatura a vicepresidente.

Eva Perón parecía vacilar y pidió cuatro días para pensar. La multitud gritó reiteradamente "No" y propuso una huelga general. Evita volvió a insistir varias veces, incluso llorando. Finalmente volvió a pedir dos horas, diciendo: “’Yo siempre haré lo que diga el Pueblo”’.

La multitud entendió esas palabras como un compromiso de Eva Perón de aceptar la candidatura y se retiró. Sin embargo, nueve días después, Eva habló por radio para informar que había decidido renunciar a la candidatura. Ese momento es recordado por los simpatizantes del peronismo como Día del Renunciamiento.

Por supuesto que la deteriorada salud de Eva Perón resultó a la postre un factor determinante del fracaso de su candidatura a vicepresidenta. El avance del cáncer la volvía cada vez más débil y la obligaba a guardar reposo. Pese a ello participaba en los actos públicos.

El 5 de noviembre de 1951 fue intervenida quirúrgicamente por el famoso médico oncólogo norteamericano, George Pack, en el Hospital de Avellaneda, construido por la propia Fundación Eva Perón. El 18 de julio de 1952 entró en coma por primera vez. Recibió tratamiento de rayos en varias ocasiones. Murió a la edad de 33 años, el 26 de julio de 1952, a las 20:25.

Tras su muerte fueron declarados tres días de paro y el gobierno estableció un duelo nacional de 30 días. Su cuerpo fue velado en la Secretaría de Trabajo y Previsión hasta el 9 de agosto que fue llevado al Congreso de la Nación para recibir honores oficiales. La procesión fue seguida por más de dos millones de personas y su paso por las calles recibió una lluvia de claveles, orquídeas, crisantemos, alhelíes y rosas arrojados desde los balcones cercanos.

Su cuerpo fue embalsamado y mantenido en exposición. Cuando la Revolución Libertadora derrocó a Perón el 23 de septiembre de 1955, el cadáver fue secuestrado y hecho desaparecer durante 14 años.

La orden de secuestrar su cuerpo la había dado el dictador al mando del país en ese momento, General Pedro Eugenio Aramburu. Desde ese momento se estableció un itinerario macabro y perverso.

El cuerpo es subido a una furgoneta de reparto de flores y comienza un periplo por todo Buenos Aires. La noticia del secuestro corre como la pólvora y el pueblo busca, siguiendo rumores, encontrar el cadáver de su amada “presidenta”.

Algunas mañanas amanecía el edificio en el que situaban a Evita plagado de flores y velas y, entonces, era rápidamente trasladada a otra dependencia. De hecho, el cadáver fue instalado en casa del mayor Arandía, el cual dormía aterrorizado por la posible aparición de peronistas en su casa. Una noche, tras escuchar unos ruidos en el salón, disparó a una sombra que resultó ser su mujer embarazada: la mató. En el juicio declaró que tenía la cara de Eva Perón, pensó que era ella.

La situación se volvió tan absurda que Aramburu mandó sacar del país el cuerpo. Finalmente, en 1956, un año después de una larga cadena de sucesos, el cuerpo de Evita es enviado a Italia y enterrado en Milán, en el cementerio Mussocco, donde permaneció oculto 15 años bajo una lápida con otro nombre: María Maggi de Magistris.

En 1970, un grupo terrorista, los Montoneros, secuestraron a Aramburu y exigieron que les fuera devuelto el cadáver de Evita. El Gobierno reaccionó tarde y el general fue ejecutado. No será la única vez que Aramburu sería secuestrado por los Montoneros. En 1974, y cuando el secreto del cuerpo de Evita, ya era público y su cadáver le había sido entregado a su esposo, Juan Domingo Perón, en Madrid los Montoneros se llevaron el cadáver de Aramburu de su bóveda del cementerio de La Recoleta, y exigieron que el cuerpo de Evita volviera a Argentina.

El deseo no lo cumplió su marido, Perón, pero sí la que era su tercera esposa, Isabela, que mandó traer los restos desde España. A la mañana siguiente el cuerpo de Aramburu fue devuelto. En 1976 se entierra a Evita en el panteón de la Familia Duarte, en la Recoleta, a pocos metros de quien la quiso hacer desaparecer.

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