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Argentina: Buenos Aires

Cementerio de La Recoleta: Familia (familia - ?) Del Carril.

La bóveda en forma de capilla gótica de la familia Del Carril (donde yacen Salvador María Del Carril y su esposa Tiburcia Dimínguez) ofrece por su ubicación una magnífica vista desde cualquier ángulo.

Tiburcia mandó construir este gran mausoleo en honor a la memoria de su marido. Pero el mausoleo de Tiburcia Domínguez es una evocación para la posteridad de sus desavenencias conyugales.

Salvador María del Carril fue un hombre bastante duro tanto en las cuestiones políticas como en la vida conyugal. El mausoleo de Salvador M. del Carril, representa una histórica pelea con su mujer.

Ella comenzó a llevar una vida más acomodada de lo que le permitían sus ingresos y contrajo, sin pedir consejo a su marido, numerosas y abultadas deudas.

Un día, Salvador publicó una carta en la cual avisaba a los acreedores de su esposa que nunca más respondería por ella. La contestación de Tiburcia fue no hablarle más hasta su muerte y al morir del Carril, le erigió un busto en la Recoleta, pero dejó expresas instrucciones para que, luego de su fallecimiento, se le levantara a ella otro, pero dándole la espalda, a manera de póstuma venganza.

En la parte superior, corona la torre una escultura de Cronos, "el Dios del Tiempo":

Pero lo que más llama la atención es que en el interior del pabellón se encuentra la figura de Salvador María del Carril, sentado en un sillón y detrás de él, su esposa Tiburcia, dándole la espalda. Una muestra en mármol de como había sido la vida en común...

Salvador María Del Carril (1798 – 1883) nació en San Juan, estudió derecho civil y canónico en la Universidad Nacional de Córdoba. Doctorado a los 18 años, se trasladó a Buenos Aires, donde trabajaría como periodista.

Su vida política comenzó a crecer. Buen amigo de Justo José de Urquiza (presidente de la Confederación Argentina), Del Carril fue elegido como su vicepresidente y como padrino del primer hijo del general.

Volvería a su provincia y el 15 de julio de 1826 promulgó la primera constitución provincial, apodada la Carta de Mayo, estrechamente inspirada en el ideario liberal estadounidense, que suscitó inmediatamente una amplia oposición entre sus conciudadanos.

Uno de los puntos más controvertidos de la Carta era su afirmación de la libertad de cultos, por otra parte meramente simbólica, pues sólo había una persona de religión no católica en todo San Juan, el médico y boticario norteamericano Amán Rawson.

La Carta expresaba varios de los principios que se harían infaltables en constituciones posteriores —como la igualdad legal o la prohibición de la esclavitud— aunque era sumamente mesurada en su aplicación; por ejemplo, no cambiaba el estatus jurídico de los esclavos ya existentes.

Del Carril también imitó la política de Bernardino Rivadavia en Buenos Aires, suprimiendo los conventos de la provincia. éstos eran casi los únicos (y sin duda los mejores) centros de educación de la misma, lo que levantó airadas protestas. Trece días después de su proclamación, estalló una revolución dirigida por líderes conservadores y frailes. Del Carril debió abandonar la provincia en dirección a Mendoza.

El gobernador de Mendoza envió en su ayuda a los hermanos Aldao al frente de un pequeño ejército. Tras un corto combate, los partidarios de la revolución huyeron y fue repuesto en el cargo. Pero renunció poco más tarde, para trasladarse a Buenos Aires; allí el flamante presidente Rivadavia lo nombró ministro de Hacienda.

En el ministerio porteño las preocupaciones económicas del gobierno de Rivadavia venían dadas por la guerra del Brasil, que implicaba fuertes gastos. Del Carril promovió la Ley de Consolidación de la Deuda, que hacía de todos los bienes naturales del Estado aval de la operación crediticia.

De su autoría fue también la ley que implementaba el curso obligatorio del papel moneda y su convertibilidad en metales preciosos; acusado por sus opositores de permitir así que los exportadores se hiciesen con los lingotes de oro y plata que constituían las reservas del Estado, lo apodaron “doctor Lingotes”.

El gobernador Manuel Dorrego, que asumió en reemplazo de Rivadavia, criticó duramente el plan económico gestionado por Del Carril. La discusión al respecto se haría pública, dando Rivadavia y Del Carril una Respuesta a los medios, que sería a su vez criticada públicamente en un largo escrito por Dorrego. Enfrentado con éste, Del Carril formaría parte del círculo que conspiraba para derrocarlo.

Cuando el 5 de septiembre de 1828 se firmó la paz con el Brasil, que concedía la independencia al Uruguay, estalló una vehemente oposición entre las tropas victoriosas, que los unitarios aprovecharon para sus fines. Enterado de la prisión de Dorrego, Del Carril fue uno de los impulsores del fusilamiento de Dorrego. A su regreso a Buenos Aires fue nombrado (por Lavalle) Ministro de Relaciones Exteriores y Gobierno.

La guerra civil dejó todo el interior de la provincia de Buenos Aires en manos de Juan Manuel de Rosas, que había permanecido leal al gobernador Dorrego y Del Carril se trasladó a Montevideo, donde organizó nuevos intentos del partido unitario de volver al poder.

Los años del exilio fueron duros para Del Carril, que enfrentó la pobreza, pero eso no le impidió ello contraer matrimonio con Tiburcia Dominguez López Camelo, 25 años más joven que él, que le daría 7 hijos.

En 1838 se unió a la Comisión Argentina que promovía la oposición contra Rosas, en nombre de la libertad y de la libre navegación de los ríos argentinos, objetivo muy valioso para los europeos. El gobierno de Francia decidió apoyar a este grupo y la flota francesa bloqueó el Río de la Plata y otorgó enormes subsidios a sus aliados. Del Carril, cansado de vivir en la pobreza, se hizo cargo de manejar esos fondos. Poco a poco su situación económica mejoró mucho.

Cuando regresó a la Argentina, fue nombrado Consejero de Estado por Justo José de Urquiza (gobernador de Entre Ríos), luego fue diputado por Buenos Aires a la Convención Constituyente de 1853. Urquiza necesitaba un unitario notable como compañero, por eso Del Carril fue electo vicepresidente cuando Urquiza asumió el Ejecutivo nacional, en mayo de 1854.

Su acción como vicepresidente fue más ejecutiva que legislativa y cuando fue nombrado ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación tampoco produjo algún aporte notable, y se limitó a copiar jurisprudencia extranjera. Guardó silencio ante las enormes atrocidades cometidas por el gobierno en todo el país.

Se retiró del cargo en 1877. En 1881, el historiador ángel Justiniano Carranza publicó las hasta entonces desconocidas cartas de Del Carril y Juan Cruz Varela a Lavalle, en que lo habían empujado a fusilar a Dorrego. Del Carril no publicó ningún comentario. Murió en Buenos Aires en 1883.

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